
Los aceros inoxidables son aleaciones de hierro caracterizadas por un contenido de cromo de al menos el 10,5 % en peso y un contenido máximo de carbono del 1,2 %. El cromo es la principal adición de la aleación del acero inoxidable y puede suponer hasta un 26 % en peso de su contenido, en cuyo caso el acero se utiliza en entornos agresivos. El cromo contenido en el acero tiene propiedades que bloquean la oxidación. El elemento reacciona con el oxígeno y forma una capa protectora de óxido de cromo en la superficie del acero, que lo protege de los agentes corrosivos y lo hace lo más resistente posible a la oxidación. La capa protectora se denomina capa pasiva. El revestimiento se regenera rápidamente de los arañazos y la superficie de acero recupera su forma adecuada manteniendo un brillo resplandeciente. La formación del estado pasivo depende principalmente de la concentración de cromo en el acero, sin embargo la resistencia a la corrosión también puede aumentar gracias a otros elementos como, por ejemplo, el níquel. Gracias a sus propiedades contra la oxidación, el acero inoxidable es uno de los más utilizados. El fenómeno de la pasivación también puede observarse en otros metales como el aluminio y el titanio...